No
sólo el cuerpo sino la mente y el espíritu requieren renovación. La renovación espiritual proporciona liderazgo
a nuestra propia vida. La dimensión
espiritual es nuestro núcleo, nuestro centro, el compromiso con nuestro sistema
de valores, un área muy privada de la vida de importancia suprema. ¿Por qué entonces no hacer un paréntesis en la semana, sentarse durante unos minutos y
tener un tiempo de meditación personal? El propósito de la meditación es encontrar serenidad y armonía interna, liberar
las tensiones y los aspectos negativos de la mente para llenarla de paz. Para lograr esta esto, algunos encuentran en
la oración una fuente de aliento, otros obtienen una renovación similar en la
música o en el modo que se comunican con la naturaleza. Cuando uno puede abandonar el caos y el ruido
de la ciudad y tener un momento de silencio y tranquilidad personal, se siente
renovado. La meditación regular ha demostrado tener un efecto positivo sobre el
sistema nervioso y nos permite comenzar
un día más relajados y serenos. Pero eso
sólo ocurre si lo hacemos con regularidad.
Aprovechemos los momentos de
meditación personal para reflexionar ¿cómo
fue nuestro día o semana?, ¿qué cosas hicimos bien o dejamos de hacer? ¿qué tendría que cambiar
para ser mejor en las cosas que hago?, ¿cómo ha sido el trato con las personas
con las que me relaciono en el trabajo,
la comunidad, la iglesia, la familia?, ¿cuáles
son mis atributos positivos, mis puntos fuertes mis debilidades?
Agradezca a Dios por el don
de la vida, respire profundo y tome conciencia del lugar importante que ocupa
usted en el plan de Dios y estará listo
para comenzar una nueva jornada.
José Villarroel
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